jueves, 25 de octubre de 2012

Miedo del gallo ante el  perro.


Érase un pueblito cercano, donde  se levantaban temprano.



Érase un pequeño corralito, abitado por mansos corderos y un gallo bravucón y bocinclero.




Un Buen día  se atrevió el gallo a salir del gallinero, visitar a su liebre vecina, que con normalidad  le servia de correo. Acabada la visita, el gallo sale, de prisita, con andares desperdigados y sus ojos saltones decide pasear por ciertos rincones.




E aquí que el gallo divisa a los canes del entorno, intranquilo por naturaleza hincha el buche, su croa desnuda  menea y ambos zancos le tambalean el miedo le atenaza, y es que, que será querido gallo que ante tal animal sociable y noble  por naturaleza tus zancos bambolean, el desprecio te nublaba, era inaudito por quejar te quejabas  de la necesidad, fisiológica que el perro desarrollaba a través de su culito.



El gallo ni se lo piensa, dos veces con la croa y su cuello corto por delante, corre con sus zancos  oscilantes, no sin dejar el rastro que ocasiona la necesidad fisiológica desarrollada por su culito.


Una vez en el corral el gallo sigue en su línea de pluma in sustanciosa y aburrida.